La Roma Eterna

El Overworld del panteón romano, la Roma Eterna es reflejo de todo lo que la Roma antigua aspiraba a ser: inmensas calles de marmol, oro y plata, palacios en las siete colinas, populosas barriadas, poderosas murallas... Organizada en torno al Foro Romano y las colinas principales, especialmente la del Palatinado, la Roma Eterna es sin duda perfecta.

Sin embargo, la Roma Eterna no siempre fue así, pues siendo el reflejo del panteón más vinculado a la tierra, la Roma Eterna ha cambiado mucho con el tiempo. Empezó apenas como un conjunto de casas pobres de barro y adobe, cuando los primeros dioses la fundaron: Rómulo y Remo. Si bien son los fundadores del panteón, lo cierto es que los dos hermanos pronto fueron superados a medida que otros dioses llegaban a la Roma Eterna y su contraparte mortal se volvía cada vez más poderosa. Allá donde iban los romanos, conocían a nuevos dioses, y muchos de estos regresaron con ellos a la Roma Eterna donde se asentaron.

Los choques pronto crecieron, y Rómulo y Remo aprendieron que en realidad no eran más que dioses amamantados por una loba, carentes de los aprendizajes sociales necesarios para navegar entre las intrigas del panteón más político de todos. Así que, imitando a su contrapartida mortal, Rómulo y Remo crearon el Senado Eternos, donde todos los dioses tenían asiento y se encontraba gobernado por los dos Cónsules. Si bien los primeros Cónsules fueron los dos hermanos divinos, al ser cargos electos, pronto otros dioses se hicieron con el poder y los dos hermanos quedaron lentamente dados de lado mientras otros dioses ocupaban el centro de la adoración mortal y la política divina. 

El siguiente gran cambio se produjo cuando los romanos conocieron a los griegos, su arquitectura y sus dioses. La admiración romana por las edificaciones griegas transformó la Roma Eterna, donde los dioses cada vez con más frecuencia fueron transformando sus palacios y moradas en grandiosas edificaciones de mármol blanco y prístino. Si bien la Roma mundana tardó mucho en hacer estos cambios tras conocer a los griegos, los eternos que la guiaban transformaron su mundo con celeridad.

Pero el mayor cambio llegaría de improviso para el panteón, cuando Julio César fue divinizado tras su muerte. Un general de renombre, un ávido político y manipulador, el centro de una gran cantidad de adoración... el hombre que había transformado la República en el Imperio sacudió con su llegada todo el Sobremundo romano. Sus inquinas y manipulaciones del Senado Eterno eran más exitosas que las de sus rivales, templadas como estaban por los esfuerzos y décadas de conflicto en la contrapartida humana. Aprovechando que la Roma Eterna era el Sobremundo más vinculado al mundo mortal, César transformó su poder en la ciudad mortal en una palanca imparable para obtener poder en el Overworld, y no tardó demasiado en ser nombrado Cónsul.

La muerte de su hijo adoptivo, César Augusto, también divinizado tras su muerte como Emperador, introdujo otra enorme figura política en el panteón. Y, siguiendo la estela de su padre, César Augusto pronto se convirtió en Cónsul también. Juntos, aunque carecían del poder para transformar la Roma Eterna en un Imperio en vez de una República, se garantizaron que siempre serían elegidos Cónsules y, por tanto, líderes del panteón. Y así ha sido durante dos mil años. 

La cercanía de la Roma Eterna con el mundo tiene diversas implicaciones. Antaño, su Axis Mundi se conectaba con todos los lugares de toma de decisiones políticas y religiosas romanas, con todos sus templos y foros, esparcidos por medio mundo. Sin embargo, en la actualidad, el eje se conecta únicamente con el Foro de Roma. 

Sin embargo, esta conexión con la Roma real tan fuerte hace que el panteón no solo pueda bajar sino que, ocasionalmente, puede ascender a mortales o no al Sobremundo de modo temporal. Si alguien se encuentra en uno de los edificios antiguos que todavía se tienen en pie, como el Coliseo, y realiza los apropiados rituales para atraer la atención de los dioses (y es italiano, a poder ser nacido en Roma, los dioses romanos no acuden a aquellos que no son parte del SPQR), estos suelen optar por ascenderlo al edificio en perfecto estado que se encuentra en la Roma Eterna, en lugar de descender ellos a las ruinas que quedan en la tierra. 

Actualmente, el tiempo está demostrando ser el mayor enemigo de Roma, pues la Roma Eterna se encuentra sometida al duro y salvaje asedio de Cronos, que intenta demostrar que no hay nada Eterno. Aquí y allá, los grandiosos edificios de mármol se resquebrajan por el tiempo, las estatuas se desfiguran, la plata se oxida y el oro pierde el lustre... lentamente, la Roma Eterna se va asemejando cada vez más a la Roma real, en ruinas, a medida que el poder y la influencia de Cronos se extiende.

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