Locura

Ningún conflicto es demasiado grande o minúsculo.

Los átomos chocan en su espectacular hecatombe subatómica, las galaxias colisionan a velocidades incomprensibles. La gente muere por la espada como perece por una infección vírica. No existe más que una constante en el universo.

¡La justicia de la locura!

…Hoy he presenciado las consecuencias de mis esfuerzos: un país arrasado, consumido por intereses de una cantidad incuantificable de facciones. Todo por mover una ficha, un único bloque de lo que no previmos sería una torre de babel. Los dioses y los titanes lo llaman destino. Una maquinaria de perfecta locura.

Existe cierta belleza en despertarse del sueño de ser el personaje de un cuento. Mi mente es capaz de olvidar el rostro de mi madre y los dedos alrededor de mi cuello de mi padre. Comprendo ahora que mis actos, por desquiciados o brillantes que parezcan, no son más significativos que los de una bacteria fagocitando a otra.

Abrazare los productos de la máquina y hare lo que me plazca. Curare el cáncer aunque mueran millones, beberé almas del rio de los muertos, pintare de un nuevo color la luz del titán Akhetaten, que en su ridícula prepotencia cree que puede cubrirlo todo con su fulgor. Poco a poco me hare digno y cuando menos los esperen arrancare el ojo de Horus de su cuenca y me lo pondré. Si muero en el proceso no habrá importado, mi icor y mi sangre servirán de pasto para que alguien más se convierta en un engranaje del constructo.

La locura ha hablado: que la belleza, el caos y la justicia sigan moviéndose en ese delicioso triunvirato, conceptos que juntos, en cualquier combinación, poseen las cualidades de un aterrador escritor.

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